Trece años después de la primera parte, James Cameron volvía a los cines con la continuación de una de sus múltiples y grandes superproducciones: Avatar. Tantos fueron los años de espera que, unos meses antes de su lanzamiento, los cines estrenaron en masa la primera parte —del año 2009— para que el espectador recordase un poco de qué iba el mundo de los Na’vi antes de adentrarse en la tan esperada continuación. Os contamos en esta crítica de Avatar: El sentido del agua, qué podéis esperar de ella.
Si Avatar fue alabada por su “originalidad” y “novedad” en el mundo cinematográfico, la segunda parte no ha sido menos, ya que está nominada a cuatro premios Óscar, entre ellos mejor película. Las otras estatuillas a las que puede optar son mejor sonido, efectos visuales y diseño de producción.
El hecho de que esté nominada a mejores efectos visuales es, probablemente, el galardón más merecido de los cuatro. Y es que Avatar: El sentido del agua sustenta sus prácticamente tres horas y media de duración (192 minutos) en ser una película visualmente bonita que continúa la historia de Jake Sully (Sam Worthington) en Pandora pero, ahora, con su familia Na’vi. Una especie de documental más que una película propiamente dicha.
Los fallos de Avatar: El sentido del agua
Hay muchas cosas que fallan en Avatar: El sentido del agua. La primera, la excesiva duración que tiene. Y unida a esta excesiva duración va, como no podría ser de otro modo, su falta de trama. Realmente no hay mucho que decir del argumento de esta película, porque con sus sutiles diferencias, es exactamente el de la primera repetido. Y, por cómo apunta el final, el de la tercera será igual.
La diferencia fundamental entre la primera y la segunda parte de Avatar es que en El sentido del agua Jake Sully ya está inmerso en Pandora y tiene su vida, por lo que el filme pierde esa magia de descubrir el mundo por primera vez. Aun así, Cameron se las apaña para enseñar una parte nueva del inmenso mundo. Y, como sucedió con la primera, esto supone lo más interesante de la película. ¿El resto? Mucho relleno, situaciones repetidas y nada especialmente novedoso.
No es que Avatar en sí tuviera una historia novedosa (al final, la trama no deja de ser un derivado de Pocahontas), pero sí que era innovadora en su tiempo. En 2009 se veía futurista, impactante y, como le pasa a esta parte, visualmente bonita. Pero pasada la novedad de la primera, no deja de ser una repetición de los mismos patrones que, tal y como apuntan los planes de James Cameron, darán para otras tres partes. Previsiblemente, iguales que las que ya hemos visto.
Mucha grandeza visual, vacía de contenido
Con Avatar: El sentido del agua, Cameron introduce nuevos personajes —los hijos de Sully y otros na’vi— a los que intentará hacer brillar por encima de los ya conocidos. Debido a la escasez de trama, Cameron ensalza no solo a los nuevos integrantes de la familia Sully, sino también las partes del extenso mundo que ha creado. Y podría decirse que es uno de los pocos aciertos de la película, que encuentra su camino en estas pequeñas partes. Y en la belleza de sus planos, eso también hay que admitírselo.
Por lo demás, Avatar: El sentido del agua peca de ser una superproducción con mucho renombre, fama y presupuesto y poco de lo que verdaderamente hace que se sustente un filme: una historia consistente. Porque por mucho que Cameron haya demostrado su pericia como director a lo largo de los años —muestra de ello es Titanic, que vuelve ahora a los cines por su 25 aniversario—, un guion escaso no ofrece la base suficiente ni para una película de más de tres horas, ni para todo su talento.
Puede que a lo largo de esta crítica de Avatar: El sentido del agua haya hecho alusión en reiteradas (o en todas) ocasiones al guion y la trama del filme, pero es que, para una servidora, es uno de los pilares de cualquier producción. Y en Avatar, falla. Mucho. No puede considerarse que en todo lo demás (efectos especiales, belleza visual, planos…) sea una película mala, porque no lo es, pero a nivel argumental tiene tantos defectos que consiguen que quede un resultado menos brillante de lo que se esperaba. Probablemente, una película que disfrutará más el público menos crítico con las tramas y que disgustará a todos aquellos que esperaban una buena historia.
Crítica rápida de Avatar: El sentido del agua: ¿Por qué ver (o no) la película?
- Película visualmente bonita, con planos y efectos visuales espectaculares.
- Descubrirás una nueva parte de Pandora.
- ¿Lo malo? Su trama prácticamente inexistente y redundante.