Honestamente no sé como empezar mi crítica de Aftersun. Me ha hecho sentir y pensar en tantas cosas que todavía hay mucho que asimilar. Pero una cosa sí tengo clara: es una de las mejores películas que se han hecho últimamente. Y por ello me extraña que no haya sido nominada a mejor película en los Oscars; pero al menos está Paul Mescal como una de las opciones para mejor actor por ella, y menos mal.
¿Recordáis cuando de pequeños nuestros padres no se despegaban de las cámaras de vídeo? Querían capturar los mejores momentos: mientras dormíamos, nuestros primeros pasos, nuestras primeras palabras y otras mil anécdotas. Pues eso es Aftersun. No es otra cosa que la vida misma. Podríamos decir que un pelín endulzada porque siempre tendemos a recordar lo mejor, pero Aftersun también nos mostrará las cosas no tan buenas.
Un viaje para guardar en el corazón
En la película Sophie (Francesca Corio) nos lleva a través de sus recuerdos a las últimas vacaciones que vivió con su padre (Paul Mescal) hace veinte años. Esas memorias nos llevan a través de un viaje de reconciliación, melancolía y alegría. Un viaje íntimo de esos que nos gusta guardarnos para nosotros mismos.
Sophie tiene 11 años y es súper madura para su edad. A pesar de que todavía es una niña la veremos comportándose muchas veces de una forma más adulta; y cada vez más según va pasando el verano. Incluso será quien cuide a su padre cuando este se exceda en alguna ocasión.
Sin embargo, a Calum a cada momento le vamos viendo más pequeño y hundido en él mismo. Tiene una lucha interna que le trae la paternidad y la adultez. Y es que alguna vez todos nos hemos sentido de alguna forma parecida, el no encontrar tu lugar en el mundo. Y a través de una fiesta oscura con una Sophie adulta que quiere ayudarle a salir lo vemos totalmente representado.
Pero sin duda es una relación muy bonita de padre e hija, ambos quieren que se mantenga de la forma más especial posible. Podríamos hablar de la misma forma de cualquier relación de amistad. Igual que Calum sigue apreciando a la madre de Sophie de la que lleva separado varios años.
El rompecabezas en el que vivimos
Es una historia que nos muestra con total naturalidad cómo son las relaciones con las personas, tanto las conocidas como las que llegan a la vida inesperadamente. Habla de los recuerdos que en un primer momento pueden no tener ningún significado, pero con el tiempo son los que más nos marcan. La memoria es clave para representar su pasado y su presente; para hablar de esperanza y preocupaciones.

Si hablamos en la crítica de Aftersun sobre naturalidad es inevitable hablar de la vida y la muerte; la eterna cuerda floja en la que nos movemos las personas. De esa forma simple y natural nos lo muestra, pues son los propios personajes los que cogen la cámara y nos lo enseñan. Es importante saber que nos enseñan lo que quieren de primera mano, mientras que lo más difícil lo escuchamos en fuera de campo o de una forma más indirecta.
Y si algo me ha gustado de Aftersun es que cuando la terminó me dejó pensando. Durante toda la película vas creando unas teorías que al final esperas que se resuelvan, pero no todas lo harán. Ahí está el encanto también, que cada uno vea algo y para cada persona la historia pueda significar una cosa u otra. Charlotte Wells se ha lanzado en bomba con esta ópera prima a la piscina y ha calado muy bien.
Ha logrado hacer una película que se parece más a un rompecabezas donde nosotros tenemos que ir uniendo las piezas y observar qué nos quieren decir con sus actos. ¿Por qué esa canción? ¿Por qué enseñar ciertos libros? Si queréis dejaros llevar por este viaje no dudéis en hacerlo.
Crítica rápida de Aftersun: ¿por qué ver la película?
- Es una película que hace que te sientas identificado con muchas cosas
- La relación padre-hija que han logrado es muy realista
- Te hace pensar sobre la vida y replantearte cosas sobre lo que hacemos