Si por algo se caracteriza el cine español es por la comedia. Quizá no es el género que más triunfa en las galas de premios, pero sí que suele hacerlo en la taquilla de las salas de cine. Y el próximo 12 de abril llega precisamente una comedia del creador de clásicos como 7 vidas o Aída, Nacho G. Velilla. La película en cuestión es Menudas piezas, y en esta crítica te contamos por qué no puedes perdértela.
Menudas piezas comienza con Candela (Alexandra Jiménez), la directora de un colegio privado para gente con un alto poder adquisitivo. Ha ascendido todo lo posible a pesar de venir de un barrio humilde de Zaragoza. Pero lo malo de los ascensos es que, igual que subes, puedes bajar. Entonces se verá obligada a volver a la casa de su infancia, con su padre y su hermana, a los que lleva años sin ver, y tendrá que aceptar dar clases de refuerzo a los alumnos más conflictivos de un colegio público.
Candela, poco habituada a ese tipo de adolescentes, tendrá que encontrar un elemento que le ayude a conectar con ellos para que se esfuercen por aprender. La solución la encontrará delante de un tablero de ajedrez, el mismo mecanismo con el que su padre logró conectar con ella. Porque «delante de un tablero de ajedrez, todos somos iguales».
La magia del ajedrez
Con esta premisa, Velilla utiliza el ajedrez como telón de fondo para hablar de las desigualdades sociales, familias desestructuradas, cómo afectan los problemas de los padres a los hijos y cómo tener una «tabla» salvavidas puede darte la motivación para seguir. Y lo hace usando, como bien he indicado al inicio de esta crítica de Menudas piezas, una de las cosas que mejor se nos da en España: el humor.
Menudas piezas ya de por sí parte de un elemento que suele ser un éxito asegurado: el ajedrez. Si bien no es una disciplina que toda la población controle —al menos, yo nunca he tenido esa destreza—, suele quedar muy visual y los torneos de ajedrez se convierten en una lucha encarnizada, trepidante y muy interesante. Incluso aunque, como digo, no tengas ni idea de cómo se mueve un peón.
El ajedrez ya fue un éxito en series como Gambito de Dama —esta mucho más centrada en el deporte en sí— o en libros de corte romántico como Jaque mate al amor. En Menudas piezas, encontramos una variante de todo lo anterior. No se centra tanto en el ajedrez en sí (que se utiliza más como vehículo y elemento de unión que como punto central de la trama) como en la crítica social con los puntos de comedia que tanto gustan en España.
Basada en una historia real
Y si todo lo que menciono en esta crítica de Menudas piezas no te ha convencido para ver la película, te cuento el argumento definitivo: está basada en una historia real. Si bien está adaptada, la trama parte de la hazaña lograda en Zaragoza por el profesor Enrique Sánchez. Este logró que cinco de sus alumnos (también de barrios marginales) se convirtieran en campeones de ajedrez en España en el año 2017.
Otro punto positivo de Menudas piezas es que dura lo justo y necesario para ser un producto con el que se pasa un buen rato y que te deja un buen sabor de boca al salir de cine: 99 minutos. Es decir, poco más de hora y media.
Con grandes actuaciones de clásicos del cine y la televisión española, Menudas piezas se postula como una de las comedias del año. Una que tiene humor, crítica social, trasfondo real y que es muy entretenida. Si crees que Menudas piezas es tu tipo de película, podrás verla a partir del 12 de abril en cines.
Crítica rápida de Menudas piezas: ¿por qué ver la película?
- Es una comedia entretenida que te deja con un buen sabor de boca.
- Tiene grandes actuaciones.
- Está basada en hechos reales.