Damien Chazelle vuelve al cine. Cuatro años después del estreno de su último largometraje, First Man, el director vuelve a hacer lo que mejor sabe: hablar de cine, música y el sacrificio que implica cumplir los sueños. Una premisa que ya había explorado en sus grandes éxitos —Whiplash y La ciudad de las estrellas (La La Land)— y que vuelve a hacer con Babylon, solo que, esta vez, desde un prisma algo diferente que te contamos en esta crítica.
Babylon parte de una idea que no es nueva en el cine: cómo fue la transición del cine mudo al sonoro en Hollywood. Ya ha sido explorada en diferentes películas —sin ir más lejos, Cantando bajo la lluvia—, al igual que hemos visto a Brad Pitt meterse en la piel de un trabajador del mundo del cine en las manos de Tarantino con Érase una vez en Hollywood. Y es inevitable pensar en estas dos referencias cuando se ve Babylon, pero Damien Chazelle se las apaña, como siempre hace, para darle su toque y hacer una oda al cine de aquellos años y al de nuestros tiempos.
Renovar lo ya conocido
Brad Pitt también es una de las grandes estrellas del nuevo largometraje, de unas tres horas de duración, de Chazelle. Pitt se mete en la piel de lo uno de los grandes actores de la época del cine mudo para mostrar cómo le afecta la transición a la etapa sonora. Pero no será el único.
La aspirante a actriz Nellie LaRoy —interpretada por Margot Robbie— será otra de las figuras clave junto a la escalada del meritorio Manuel Torres (Diego Calva). Este último es un mexicano que se encarga de las tareas más arduas de la época dorada —y excesiva— del Hollywood mudo y que sueña con dedicarse al cine desde dentro, desde los rodajes. Y cuando conozca a Nellie, que también sueña con formar parte de Hollywood, parece que los caminos de ambos se encaminarán a cumplir todos sus sueños… por sacrificado que sea el camino.
Como digo, Babylon no presenta nada nuevo. Hay muchas más películas que tratan el tema de los excesos del lujo como, por ejemplo, El gran Gatsby. Pero, aunque no presente nada nuevo, sí que lo es el modo tan particular que tiene de contarlo. Porque Chazelle coge todo lo ya visto y le da su visión, una que es tan hipnótica que es difícil apartar la mirada de la pantalla, incluso aunque no sepas muy bien qué está ocurriendo. El director consigue trasmitir su pasión por el cine, pero también las dificultades de trabajar en él, y el resultado es admirable.
El éxito de la dupla de Damien Chazelle y Justin Hurwitz
El estilo de Chazelle —y las particularidades de sus películas— está presente a lo largo de todo el filme. Y eso implica, como ya habíamos visto en La ciudad de las estrellas (La La Land) y en Whiplash, un excelente manejo de la banda sonora, una gran importancia y relevancia de la música y del sonido… pero también de los silencios.
Como no podía ser de otro modo, la banda sonora está a cargo de su inseparable Justin Hurwitz, quien hizo las bandas sonoras de sus tres largometrajes anteriores. Y esto, en cierto modo, es un arma de doble filo. Porque aunque el talento del compositor es innegable (y su música ayuda tremendamente a meter al espectador en la atmósfera de desenfreno, fascinación y, cuando toca, angustia), algunas de las piezas musicales recuerdan a sus trabajos anteriores.
El hecho de que Damien Chazelle haya hecho cuatro películas anteriormente bastante aclamadas por la crítica también pone muy alto el listón para Babylon. Es fácil que el espectador acuda al cine esperando un resultado que supere a la que le haya parecido mejor de su filmografía. Para mí, Chazelle hizo con La ciudad de las estrellas (La La Land) su mejor trabajo hasta la fecha y con First Man el peor. Babylon no consigue superar a la primera, pero sí que utiliza algunos de los elementos de esta cinta que la hicieron brillar. De nuevo, un arma de doble filo porque es inevitable comparar, pero es algo que también viene muy bien a Babylon.
La película más arriesgada de Chazelle
Probablemente, con Babylon Chazelle haya hecho su trabajo más arriesgado. Porque es una película que no se anda con medias tintas. Es arriesgada, rompedora y en muchas ocasiones un poco escatológica. Pero, además, es una película que se toma su tiempo. Sus tres horas de duración pueden parecer una barrera de entrada —en una industria que cada vez ha adoptado el estándar de tres horas como el mínimo para las grandes producciones—, pero Chazelle se las apaña para atrapar al espectador y hacer que el tiempo pase más deprisa de lo que parece entre los múltiples momentos surrealistas e hilarantes de la cinta.
Por todo esto, Babylon parece de ese tipo de películas que o amarás u odiarás. Sin término medio. Si, como yo, no te entusiasmaste con El gran Gatsby y Érase una vez en Hollywood, quizá encuentres en Babylon la sustituta que estabas buscando. Si, por el contrario, te entusiasmaron las anteriores, quizá Babylon te parezca más de lo mismo. Y aunque en cierto modo lo es, creo que el estilo tan único de Chazelle hace que sea necesario darle una oportunidad. Si no es por eso, solo por ver el final, tan característico del director y que te dejará pensando incluso después de haberla terminado. Esto hace que la experiencia se parezca, vagamente, a la de ver Todo a la vez en todas partes. Babylon se podrá ver en cines desde el próximo 20 de enero.
La película ya la podéis encontrar en formato físico gracias a Divisa Home Video. Está disponible en diferentes formatos como 4K Ultra HD, Blu-ray y DVD, además de una edición steelbook limitada que podéis ver más de cerca en nuestras redes sociales.
Crítica rápida de Babylon: ¿por qué ver la película?
- El estilo de Damien Chazelle nunca deja de sorprender.
- Es una película hipnótica que retrata la transición del cine mudo al sonoro.
- Las grandes actuaciones de Brad Pitt, Margot Robbie y Diego Calva.