Jennifer Lawrence vuelve a la gran pantalla con la película Sin malos rollos; os contamos en nuestra crítica por qué ver esta comedia romántica juvenil muy amena, perfecta para pasar el rato y desconectar de los problemas del día a día.
Destacamos lo de juvenil porque la película sabe a quién se dirige: a ese público joven adulto al que le encantan las historias de personas inmaduras enfrentándose al mundo real, y que, además, ha crecido con Jennifer Lawrence gracias la saga de Los Juegos del Hambre y, posteriormente, a otras cintas como El lado bueno de las cosas, Madre!, o Gorrión Rojo, entre otras.
Además, Sin malos rollos también tiene claro qué ofrece: entretenimiento puro y duro a través de una historia muy dinámica en la que es fácil entrar y que nos hace aceptar como espectadores el hecho de que la premisa deje mucho que desear y haya alguna que otra incoherencia en el guion.
Jennifer Lawrence es, además de la protagonista, la productora de la cinta, que está dirigida por el ucraniano Gene Stupnitsky (director guionista de la serie The Office) a partir de un guion coescrito junto a John Phillips. Acompañando a una magnífica Jennifer Lawrence, cuya actuación cómica es uno de los puntos claves de la película, está el actor Andrew Barth Feldman. Aunque no le hayamos visto mucho en cine, con 21 años cuenta ya con una larga trayectoria en la interpretación, sobre todo en teatro.
Percy y Maddie protagonizan una historia de intereses y conveniencia en Sin malos rollos
Andres Barth Feldman interpreta a Percy, un joven a punto de comenzar la universidad que no ha vivido grandes experiencias en su vida y cuyos padres ven demasiado niño. Por su parte, Jennifer Lawrence hace de Maddie, una treintañera que lleva toda su vida viviendo en Montauk, en Nueva York, un lugar que se ha vuelto muy turístico y en el que cada vez quedan menos locales. Maddie es conductora de Uber y la película comienza con el primer inconveniente: le embargan su medio de trabajo, su coche. Además, son muchos los interesados por comprarle la casa familiar en la que vive sola, cuyas facturas tampoco puede asumir.

Viéndose prácticamente en bancarrota, Maddie encuentra un anuncio muy original colgado por los padres de Percy, en el que buscan a una mujer que acceda a salir con su hijo antes de que este se vaya a la universidad. La compensación por este trabajo no podía ser otra que… Un coche. Con esta premisa —que como ya hemos dicho, puede dejar mucho que desear y es algo forzada—, comienza la historia entre Maddie y Percy, a los que, además de los años, también les separa la forma de ver y de vivir la vida.
Esta relación de intercambio de intereses, que Percy desconoce por completo, empieza con dificultad ya que, aparentemente, ambos son piezas de un puzle muy, muy diferentes. Pero lo cierto es que con el tiempo este intercambio de intereses irá convirtiéndose en algo más. En el camino, el espectador será testigo de cómo ambos protagonistas comparten entre ellos sus miedos e inseguridades de la manera más natural posible, huyendo de lo forzado y encontrando en el otro un apoyo que nunca habían tenido.
Una buena película de verano, amena y entretenida
La química de su relación nos conquista como espectadores, pese a que sepamos que todo va a explotar de un momento u otro, lo que ayuda también a mantener la tensión en la historia y a hacerla más cómica.

En definitiva, Sin malos rollos se presenta, como ya hemos dicho en esta crítica, como una película de puro entretenimiento, que toca temas como la madurez y qué significa, el afán de querer vivirlo todo lo más rápido posible, el miedo al futuro o el sentirse de ninguna parte… Temas muy profundos, sí, que se plantean, pero sobre los que no hay ninguna tesis o mirada profunda que haga de la película una gran reflexión vital. Algo que, visto el tono y la premisa, la película no pide para nada y, como espectadores, agradecemos.
El equipo de Film Hunters pudo acudir al photocall de Sin malos rollos en Madrid: te dejamos toda la información e imágenes aquí.
Crítica rápida de Sin malos rollos: ¿Por qué merece la pena verla?
- Una maravillosa Jennifer Lawrence.
- Los paisajes de Montauk, donde se ambienta la película.
- La química entre los protagonistas.